Raquel Menacho Hernández
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Estuvimos hace unos días, ya que conocemos a muchas personas que van y les encanta y nos fuimos con un sabor agridulce, nos pusieron un salpicón de pulpo que visualmente estaba muy aceitoso, pero cuando lo probamos nos encantó, es muy distinto a otros sitios y con un sabor a pimentón ahumado que le daba un toque muy bueno, los calamares estaban también muy buenos, con un rebozado crujiente y muy tiernos, pero la pena fue la hamburguesa de angus, estaba súper seca, pero seca, seca, seca. Es una pena que nos la pusieran así, porque todo lo demás estaba muy bueno.
Todo perfecto y muy rico. El personal excelente y al ambiente no le pongo las 5 estrellas pero no por su culpa ni nada, sino porque nos tocaron familias con niños y no se ocupan de sus hijos mientras cenan, y no paraban de subirse a las sillas y de hacer ruido y pegar gritos, además de manchar el techo del local con una especie de gelatina roja.
No era razonable una molestia tan elevada pero entendemos que son niños pero .........hay padres y padres.
Lugar con encanto. Hay mucha sombra y lo que más me gusta es que han respetado los árboles que había, adaptando el cañizo de la pérgola a ellos.
El camarero es muy atento y muy amable. Por otra parte, en cuanto a la comida, disponen de una hamburguesa vegana que, aunque de tamaño pequeño, llena bastante.
En definitiva, lo recomiendo.
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