Este magnifico restaurante que fue hace bastantes años una fábrica de harinas, lo han convertido en una bonita y tranquila hospedería, donde se respira naturaleza y serenidad.
Ya he estado varias veces, esta ultima fuimos por una comida familiar, y elegimos el menú, 18€. Nos atendieron muy bien, buen servicio, la comida tiene buena presentación y está muy rica, y comer en un ambiente tranquilo y sosegado hace que se disfrute más.
Como sugerencia hay sitios que deberían de tener un poco más de mantenimiento, pero sin lugar a dudas merece la pena.
Y quizá tener sombra para aparcar, ya que cuando vas en los meses de verano, quedas el coche al sol.
Pertenece al grupo de hospederias de Exremadura.
Nos hemos parado para comer, pero hubiera merecedo la pena probar algo más! Como una estancia en el convento.
La comida muy rica y la atención recibida impecable!
Volveremos.
Muy buena relación precio calidad del menú diario. Servicio muy amable y profesional.
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